La voz que viene del agua II

Domingo 2 de octubre de 2016. Auditorio Pedro Gómez Valderrama.
Diana, Claudia y Helga realizan un training individual y colectivo.

A partir de la exploración que hemos realizado desde que inició este proceso, Atilio comparte un primer acercamiento de lo que podría ser nuestro lugar en la obra. Es decir, distribuye roles para cada una de nosotras, pero no son roles definitivos. -Se tomará un tiempo necesario para decidirlo-

Con la nueva adaptación dramatúrgica que Atilio ha hecho del texto, iniciamos una nueva lectura y el trabajo de la primera escena. Bajo ciertos parámetros podremos buscar la conexión profunda con el texto y con todo lo que rodea la interioridad de los personajes, de la obra misma.

Proponemos una entrada y, poco a poco se establece la distribución general del primer momento de la primera escena. (Reconocemos la importancia de contar con los objetos. Mínimos objetos, -los necesarios-). En ese momento llega Bosques y volvemos a empezar.




"Siempre he tenido una imagen precisa de lo que fue, para mí, preparar un espectáculo: escalar una montaña. No estoy solo, tengo compañeros, estamos unidos por una cuerda. Cada uno de nosotros tiene al caminar su propio ritmo, si uno vacila, todos debemos aminorar la marcha, y todo debemos acelerar si el jefe de la hilera logra encontrar un pasaje mejor, un sendero que permita avanzar más de prisa. Cada elección debe hacerse de manera que no haga precipitar a todo el grupo. Cada paso, cada parada, cada mínima acción individual tiene consecuencias para todos". Por ello, la idea de personajes principales y secundarios resulta absurda. Al menos en la forma de concebir este trabajo, y me atrevo a decir, es la forma de concebir el trabajo por Diente de León.

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